14 septiembre 2007

UN POCO DE REFLEXION PARA EMPEZAR, PERO NUNCA ES TARDE.



Rebuscando en la memoria, por el jardín de los tiempos y las montañas del recuerdo encontré el recuerdo perdido de una época lejana donde vagaba sin descanso mi alma feliz; cuando la vida era vida y el futuro era una palabra con sentido que me llenaba de ilusión porque había tanto que hacer y tanto que soñar . Tanto por lo cual vivir, tanto que esperar, pero ese fue justamente mi error. Me quede esperando y se me fue la vida en un soplo. No, no en un soplo, año tras año que para mi pasaban rápidamente pero en realidad no era así, ese tiempo pasaba para mi tal como para otras personas, no había diferencia, solo que yo quería verlo así sin darme cuenta de que estaba desperdiciando de una manera absurda y entupida los mejores años de mi vida y no es solo un decir o una frase bonita sino la verdad de todo lo que siempre he permitido que pasara.
La vida es más complicada de lo que nos gusta admitir, está llena de colores como el arco iris, no es solo negro y blanco como a la mayoría nos gusta pensar sino que es una paleta de mil colores y tonalidades. Cada pincelada que nosotros damos con ese pincel irá pintando el cuadro de nuestra existencia que queramos o no con el tiempo al final de nuestros días tendremos que ver. No vale taparnos los ojos o fingir que vemos una obra maestra donde en realidad solo está una pálida y mediocre pintura que nos recuerda todo lo que dejamos de hacer con esos pálidos colores y tímidos brochazos o la vehemencia energúmena que dejamos aflorar en esos bruscos pincelazos que casi dañan a la vista.
La seguridad añorada de la infancia es algo a lo que nos aferramos con desesperación cuando nos damos cuenta que el crecer solo nos traerá sinsabores y dolor; pero es justamente esa terquedad de pensar de que si continuamos siendo niños todo saldrá bien lo que nos lastima poco a poco y con constancia. El tiempo no se detiene, nunca lo hará y definitivamente estás loco si piensas que no avanzará por hacerte un favor. Cuando miras al pasado y ves la cantidad de oportunidades de vivir que has desperdiciado por el miedo mismo a eso, a vivir, entonces comprenderás que el dolor del que huías con tanta desesperación es el que realmente te carcome ahora.